LOS APODOS

Tienen los apodos un lado bueno?


MÉXICO, DF.- Debido a que los apodos suelen ser desagradables, nadie pensaría que en ciertos casos pueden tener un lado positivo.
Los apodos que remarcan una habilidad, aptitud o rasgo intelectual pueden reforzar el autoestima y motivar la integración social de los niños, señala la pedagoga Lourdes García Hernández.
Motes como "El Lince" que se atribuye a los que destacan por su velocidad en competencias; "La Peque" para las niñas menuditas y delgaditas o "Máster", para los habilidosos en determinada área, pueden beneficiar el autoconcepto de los niños.
"Los apodos que destacan las habilidades que poseen los niños para ciertas competencias, concursos, deportes y actividades educativas, refuerzan su seguridad.
"Lo perciben como una herramienta positiva que los distingue de los demás", indica.
Por ejemplo, "El Oso", habrá quienes se identifiquen con el mote porque lo relacionan con fuerza o corpulencia, "El 300" porque posee un buen físico, "Godzilla" por grande e imponente, o "La Enciclopedia" porque es el más estudioso y siempre tiene una respuesta.
Durante la edad escolar es importante para niños y niñas fortalecer su red social, y en ocasiones, un apodo es suficiente para ser reconocidos por su grupo de amigos.
Los motes les permiten ser identificados por los demás, incluso por nuevas personas que los ubican fácilmente. "Los niños tienen un gran ingenio para crear apodos", comenta García, "tanto que a veces resultan indelebles al seguir a la persona desde la infancia hasta la adultez".
Como el caso de los apodos que ponen los hermanos: "La Bambi" a la más tierna, "Tambor" al más ruidoso y a los más pequeños de la familia, "El Pollo" o "La Beba".
"Aunque crezcan los seguirán llamando así de cariño", expresa García.
También surgen sobrenombres relacionados a personajes animados como "Dexter", de la caricatura El Laboratorio de Dexter, para referirse a los niños genios.
En otros casos, existen apodos que surgen de manera espontánea sin connotación positiva ni negativa como "Pabs" en vez de Pablo o "Marshe", en lugar de Marcela.
Cuando el niño se siente cómodo con su apodo porque le da reconocimiento y sentido de pertenencia social no siempre resulta malo.

Sí, pero no tanto
"En cualquier circunstancia, es recomendable que tanto padres como maestros estén alertas del tipo de sobrenombre que tienen los alumnos.
"Aceptar un apodo de manera positiva depende de la personalidad, entorno social y cultural de cada niño", explica García.
Antes era más común escuchar apodos en los salones de clases, pero ahora los colegios hacen campañas para evitarlos, sobre todo cuando faltan a la dignidad y respeto de la persona
Maria Fernanda Torres /Agencia Reforma

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